Enero 26, 2016
Una de las causas más fuertes por la cual muchos se sienten abandonados, sin razón para vivir, para luchar o triunfar, es la falta de amor en sus vidas. Si interrogamos a cien habitantes, no importa su edad, condición social o económica, sexo o estado civil; muchos coincidirán en responder, que en algún momento de su vida, muy probablemente en su infancia o adolescencia, en el caso de los casados en su matrimonio, han carecido del amor, el afecto y la aceptación necesarias para crecer en salud interior. Más aún, si seguimos en retroceso, el curso de esas vidas, encontraremos que sus padres no pudieron darles amor, porque ellos tampoco lo recibieron; y así sucesivamente, veremos que es una larga cadena que se remonta a los tatarabuelos.
Es muy difícil para el hombre reconocer que aunque los humanos no le hayan expresado el cariño o amor necesarios, hay alguien que ha estado pendiente de nosotros desde que empezamos a ser concebidos en el vientre de nuestra madre. Ese alguien es el Señor de nuestras vidas, el Dador de la vida: Jesucristo el Hijo de Dios, que a través de Su Espíritu Santo ha estado siempre sobre nosotros con amor, aunque tantas veces lo hayamos pasado inadvertido.
Quizás usted ahora mismo siente que este artículo fue escrito especialmente para usted, pues usted se había sentido solo, triste, desamparado, desesperado, deprimido; aun había pensado en quitarse la vida pues no encontraba razón para continuar sufriendo en esta tierra. El simple hecho de que este escrito haya llegado hasta sus manos, es muestra del inmenso amor de Dios por usted; es Él, el que pone en mi corazón escribirles hoy a ustedes los necesitados de amor, de aceptación, de perdón, de misericordia. Es el amor de Dios dirigido específicamente a usted, porque usted amado lector, es especial para Dios; Él le hizo, le formó con carácter así tal y como usted es, así le ama Él. Él quiere más que nadie, que usted viva una vida en abundancia y llena de amor; esa es Su perfecta voluntad.
Si usted considera amigo o amiga, que Él le está llamando para darle eso que tanto usted desea y necesita en su interior, ¡Hay Una Esperanza! Abra hoy su corazón, pues Él ya tiene abiertos sus brazos.
