TEMAS DE OPINIÓN

Limitaciones

Mayo 24, 2016


Una de las limitaciones más grandes del ser humano, es la incapacidad para reconocer sus fallas o errores y su falta de docilidad para recibir o aceptar recomendaciones y aun críticas de los demás. Cuando alguien viene a decirnos que tal o cual cosa debería de haberse realizado de otra forma, que cierto asunto está mal hecho, etc., inmediatamente salta el yo herido, el orgullo mancillado y trata de justificarse, explicando que está así porque... o buscando a alguien más a quien culpar. Muy, pero muy raras veces nos encontramos con personas dispuestas a aceptar que se hizo mal, pedir disculpas y estar en condición de enmendar o corregir el asunto.

Esto que salta en nosotros es el viejo hombre, el Adán u hombre de pecado que vive en nosotros. Pero vino el postrer Adán: Jesucristo, para redimirnos de todo eso; Él fue acusado injustamente, Él fue escupido, insultado, le despojaron de sus vestiduras y le dieron 39 latigazos, fue clavado a un madero y luego colgado; y sin embargo, no se justificó, no se defendió, aun cuando no era culpable, aun cuando los cargos que se le hacían no tenían razón ni fundamento.

Ese mismo Jesucristo está disponible a nosotros a través de Su Espíritu Santo, para que le recibamos en nuestro espíritu y algo empiece a ser cambiado en nuestro interior; que predomine la naturaleza de Aquél que nunca se defendió, y no la de aquel que se justificó diciendo: yo no fui, fue la mujer quien me dio a comer del fruto... y luego la mujer, en la misma naturaleza pecaminosa dice: yo no fui, fue culpa de la serpiente que me tentó.

Sé que lo que acá hablamos no se trata de un caso aislado, si usted es sincero con usted mismo, se dará cuenta que adolece de esta condición; reconocerá que usted necesita de Aquél que es Manso y Humilde de corazón, para que venga a transformar su interior, a disipar la tiniebla que hay en usted y poner luz en su lugar; para que anule toda muerte y traiga consigo vida, porque Él mismo es la VIDA.

Queridísimo amigo, si es usted uno de los que sabe y reconoce que necesita ese cambio, le tengo buenas nuevas: ¡Hay Una Esperanza! Jesús está disponible ahora mismo, para que usted le permita iniciar el cambio, enseñándole a no justificarse.

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