TEMAS DE OPINIÓN

Rectitud

Enero 3, 2017


He sido por muchos años una mujer de empresas; desde que me encontré con el Señor Jesucristo, ya la intención dejó de ser adquisitiva para convertirse en una visión de servicio comunitario, centros de entrenamiento y aprendizaje para discípulos; asimismo, desde entonces he intentado con todas las fuerzas de mi corazón y en la medida que el Señor me sustenta, actuar en cada paso con la mayor rectitud e integridad posibles. Hemos estudiado las leyes, normas y reglamentos, tratando de seguirlas al pie de la letra; reportando hasta el último centavo vendido y consultando con las autoridades pertinentes cada movimiento antes de realizarlo. Como parte del entrenamiento hacia las personas que han laborado con nosotros, se les han delegado a ellos funciones administrativas, pero no siempre ellos han seguido las instrucciones ni han tenido mí mismo sentir o celo por cumplir la ley a cabalidad.

A lo largo de los años y más bien por insistencia mía, he sido inspeccionada, auditada; a pesar de todo el esfuerzo y el intento de tener todo cabal, se me han hecho reparos, siempre se me encuentra, se busca o se crea una razón para imponerme multas. En mi hombre natural el deseo es de rebelarme al ver la poca colaboración de las autoridades para con los que deseamos tributar rectamente; al omitir ellos muchos detalles y asesoramiento correcto, cuando se les ha consultado, antes de realizar una operación. Constantemente se me ha insinuado que "Hay una manera más fácil de arreglar las cosas", es decir, darle una gratificación al inspector, para que se haga de la vista gorda en su reporte. Gracias al control del Señor sobre mi vida, no he sucumbido a la tentación, lo cual pone más indignados a los inspectores y tratan de buscar donde no hay, para perjudicarme. A ellos les conviene más recibir dádivas y no que el gobierno o la institución para la cual fungen, reciba lo que le corresponde.

Mi frustración ha sido enorme al ver el tropiezo que tienen en este país las personas que quieren actuar rectamente; es más fácil ser corrupto que honesto, pues el medio ambiente lo promueve a gritos. Quise desmoralizarme al ver la prosperidad material de aquellos que evaden impuestos y defraudan al fisco, mientras miraba mi condición totalmente adversa. Pero mi buen Dios en Su gran amor me llevó a la Escritura en el Salmo 73.

Mi querido lector, si es usted uno de los que se puede identificar con esta situación, créame que ¡Hay Una Esperanza! Nuestra única esperanza es lo eterno, lo invisible, lo que proviene del Dios Altísimo; eso permanecerá para siempre aun cuando lo material deje de existir. Usted puede tomar su decisión hoy.

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