TEMAS DE OPINIÓN

Para Bailar Un Tango Se Ocupan Dos

Octubre 12, 2017


Hace algún tiempo, un varón con más de diez años de casado, nos invitó a mi esposo y a mí para compartir una charla para beneficio de varios matrimonios que estarían reunidos; él pedía que diéramos consejos bíblicos para tener un mejor hogar. Fue muy buena la experiencia del compartir.

Al final de la charla, la esposa del varón que nos invitó se acercó a mí para pedir oración y consejo, ya que algunas áreas en su vida matrimonial habían sido expuestas. Le recomendé que ambos vinieran para que mi esposo y yo pudiéramos hablar con ellos, ya que considero que “para bailar un tango se ocupan dos” y nunca debemos escuchar sólo una parte de la versión.

A la mañana siguiente ella me llamó y me dijo: “Dice mi esposo que él no está dispuesto a ir, que él es como es y que no piensa cambiar”.

Yo me pregunto ¿Cuál sería la intención de este varón al invitarnos para darles una charla? ¿Qué beneficio puede producir el tener conocimiento intelectual si no estamos dispuestos a aplicarlo en nuestro diario vivir? ¿Será que él piensa que todo es culpa de ella y que sólo ella necesita un cambio y un consejo? ¡Cuán equivocados podemos estar! Desde el momento en que pensamos que todo lo estamos haciendo bien y que no hay lugar para el cambio, ya estamos dándole cabida al orgullo y a la altivez... y después de la altivez viene la caída.

Todo matrimonio necesita pasar por un tiempo de adaptación, ya que son dos culturas diferentes que se juntan; no hay nada malo en darnos cuenta que somos diferentes y que necesitamos acoplarnos. Para lograr ese acoplamiento habrá que menguar en muchas áreas, desarrollar paciencia, comprensión y tolerancia hacia el cónyuge.

El primer paso consiste en reconocer que no todo lo que hago es correcto; darle cabida a que personas sabias y maduras me aconsejen y tener apertura y flexibilidad para aceptar que debo cambiar o modificar mi comportamiento y reacciones.

El verdadero amor consiste en buscar constantemente la manera de que la otra persona sea feliz, no buscando mi propia felicidad. El amor es lo que sostiene el matrimonio y el amor siempre está dispuesto a sacrificarse por el cónyuge. El amor y el orgullo no pueden coexistir, ya que para amar hay que renunciar al orgullo. Cuando comprendemos que Dios es Amor, buscaremos llenarnos de Dios para poder amar. Realmente nadie puede amar si antes no ha experimentado el amor de Dios.

Ciertamente para bailar un tango se ocupan dos, empiece por cambiar usted; ya verá que a su tiempo, su cónyuge cambiará. Entonces bailarán al mismo son.

Amigo lector, si usted era de los que pensaba ¡Soy como soy y nadie me va a cambiar!, pero hoy se da cuenta que usted pudiera estar en un error, que necesita presentarle a Dios su corazón para que el Espíritu Santo le ayude a reconocer dónde necesita cambiar, entonces en verdad usted va a ver el cambio en su matrimonio y en todas las áreas de su vida. ¡Felicidades!

Ver Todos los Artículos