TEMAS DE OPINIÓN

Casados y Felices para Siempre

Octubre 19, 2017


Mis queridos lectores, en esta ocasión quiero compartirles algo que está en mi corazón hace días, que seguramente también les llamará a ustedes a reflexionar.

He observado como algunas parejas casadas a las cuales conozco hace muchos años, de pronto comienzan a hablar de diferencias y desacuerdos, aún al extremo de dormir en cuartos separados y otros hasta han abandonado su hogar.

Uno de esos matrimonios en particular, tiene un hijo universitario, una jovencita en bachillerato y un varoncito terminando la escuela primaria. Cuando los conocí parecían la familia ejemplar, todo se veía en armonía; hacían largos viajes por tierra donde compartían muchas horas juntos.

En la medida que los hijos fueron creciendo, las demandas eran mayores y la situación económica comenzó a ponerse un poco difícil; de manera que ella se vio obligada a aceptar un trabajo, pues aunque ella se graduó de la universidad, no había ejercido antes su carrera.

Debido a que ella es muy inteligente, diligente y que además cuenta con el favor de Dios, muy pronto ascendió en su puesto, sus jefes la apreciaron mucho y rápidamente la nombraron gerente en la Empresa, debido a su capacidad.

Aunque parezca irónico, puedo decir que entre más subía ella en su posición, más se deterioraba su relación matrimonial.  Ella comenzó a ver que su esposo no aportaba lo suficiente para la casa, mientras la carga económica descansaba sobre sus hombros.  La incomodidad de ella aumentaba cada vez más, viendo ella muchos defectos en él, que antes no habían sido tan evidentes ni tan importantes.  Ella comenzó a hacer una larga lista de errores y defectos de su esposo que databan de muchos años antes.

El esposo por su lado, empezó a querer retenerla, recibiendo rechazo solamente.

Estoy convencida de que cuando hay un problema en un matrimonio, hay que ver los dos puntos de vista, sabiendo que en estas situaciones siempre hay tres versiones, la de él, la de ella y la verdad.  Con esto no quiero decir que ellos mientan, si no, que cada quien ve las cosas desde su propia perspectiva y no de la de Dios; solamente el Señor tiene la Verdad.

Yo entiendo que ambos han contribuido de una o de otra forma para que las situaciones se tornen negativas o caigan en falta de armonía. Es increíble como una pareja, donde ambos se amaban tanto, jurándose amor eterno, al pasar de los años ya no quieran ni verse.

Sólo puedo decir que el amor de Dios es perfecto, todo lo soporta, todo lo sufre, no hace lo indebido; Dios es amor y por eso el amor verdadero es para siempre. Sin embargo mis queridos lectores, una de las cosas que el diablo detesta es ver a los matrimonios felices, por eso tratará con toda su fuerza y todas sus artimañas, de destruir los hogares a como dé lugar.

Es posible que tú que estás leyendo esta columna te encuentres en una situación similar o tengas un pariente o conocido que está pasando por algo como esto. Te quiero decir que la respuesta está en volver nuestro corazón a Dios, de verdad.  Si nuestro Dios es primero, todo lo demás caerá en su ubicación exacta y correcta, inclusive el matrimonio, por difícil que parezca o por insalvables que se vean las diferencias.  Cuando hacemos a Dios el centro de nuestra vida, podemos garantizar un matrimonio feliz y para siempre.

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