TEMAS DE OPINIÓN

Entre la Vida y la Muerte

Noviembre 9, 2017


Hay cierto tipo de experiencias, que no son nada agradables pero que le hacen a uno meditar bastante e inclusive se convierten en enseñanzas para toda la vida.

Hace algún tiempo estuve varios días conviviendo en un hospital con la desesperación y la agonía de un ser muy querido; pude observar el optimismo de uno de los médicos especialistas, quien hizo todo lo que estaba a su alcance para corregir todas las deficiencias fisiológicas y metabólicas que surgían en esta persona querida.  Mientras tanto, otro de los médicos especialistas, al observar algunos síntomas en ella, fue muy realista al decir que nos preparáramos para verla fallecer.

Aunque somos gente de fe y creemos firmemente en el Dios de los milagros, nos era necesario preguntarle al Señor si ya era Su tiempo para que ella se despidiera de esta tierra o si podíamos esperar un milagro.  Esta mujer había vivido ya unos 88 años sobre la tierra, nunca había sido hospitalizada antes de esto.  Ella siempre había expresado que el día que la llevaran a un hospital, era porque ya estaba lista para irse de este mundo, porque sabía que no saldría de allí con vida.

Llegó un momento en que el médico estaba sosteniendo la vida de esta persona amada para nosotros, por medios artificiales o químicos; realmente no era vida y solamente prolongaba su sufrimiento.

Pude meditar en lo egoístas que a veces somos, al intentar retener a una persona amada, solamente por el gusto de estarla viendo con nosotros, sin importarnos la calidad de vida que ella esté teniendo. Por otro lado, sabemos que la única manera de asegurarnos que la persona tenga total reposo de sufrimientos y dolores es a través de la vida eterna que solamente se recibe a través de creer en Jesucristo como único y suficiente Salvador.

Queridos lectores, Dios no ve la muerte como el hombre la ve; el hombre tampoco ve la Vida como Dios la ve.  Vida eterna es ausencia de dolor, de sufrimiento, de penas, de limitaciones, de pecado.  Vida eterna es felicidad completa, es alegría y gozo en la presencia del Señor.

Llegó el momento en que me dije: “hay un futuro y una luz para ella”; pero esa luz y esperanza no siempre es a la manera que uno humanamente quisiera.  Nos habíamos asegurado que ella reconociera que solamente en Jesús hay salvación, es decir que ella ya tenía asegurado su descanso.  Finalmente, ella dejó de respirar.  No fue fácil tenerla por un largo rato, sin vida en la cama del hospital, mientras le proveían los servicios pertinentes a su cuerpo; ya sabíamos que ella no estaba allí, sino en la presencia del Señor.

Todos los seres humanos deberíamos de prepararnos para la vida eterna, el primer paso es reconocer al único Dador de la Vida.  Si realmente conociéramos a nuestro Dios, tal y como Él es, no tendríamos temor de enfrentar esta verdad ineludible.  Hoy puedes comenzar esa preparación que se inicia abriendo el corazón para que penetre la Vida; Jesús dijo “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida”.

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