TEMAS DE OPINIÓN

El Cuidado del Padre

Abril 9, 2007


El lunes pasado estaba en el aeropuerto esperando las grandes filas para poder ingresar a pagar los impuestos de salida. Mientras mi esposo se quedó en fila, yo aproveché a ir a tomar un cafecito, porque sabía que la espera iba a ser larga. Hice algo que nunca suelo hacer, le pedí a la joven que estaba atendiendo, que me hiciera el capuccino tibio, no tan caliente. En ese momento mi esposo me hizo señas que ya debería subir para ocupar mi lugar, de manera que le pedí a la señorita que me diera el café para llevar. Ella me entregó una tapaderita descartable y yo me dispuse a colocarla en el vaso de cartón, lo presioné y ¿saben ustedes lo que pasó? Todo el café salió por la ranura de la tapita, me bañó de arriba hacia abajo, desde el pelo y muy especialmente el pecho. La joven dependiente un poco molesta me dice: Esa tapa no se debe apretar (me parece que me lo dijo un poco tarde), gracias que usted lo pidió tibio, me dice, porque el otro día, un señor daba gritos porque le pasó lo mismo y el café estaba hirviendo. Mientras yo trataba de limpiarme con una toallita, con la que limpian el mostrador, se me acerca una joven cliente y para animarme me dice: No se preocupe, eso le pasa a cualquiera. Yo quedé con olor a cafe durante todo el viaje, pero me quedé haciendo muchas congeturas... Si las que atienden ya saben lo que puede pasar ¿por qué no lo dan de una vez con la tapita colocada? Bueno, pero las clases de atención al cliente son para otro momento, lo que quiero enfatizar hoy es lo siguiente, mi Dios que todo lo sabe y todo lo conoce, no iba a permitir que yo me quemara, por eso puso en mí el sentir y en mi boca las palabras, para pedir que el café fuera tibio y no caliente. Si tú crees que en verdad tu Padre te puede cuidar hasta ese punto, entonces para tí Hay Una Esperanza. Si no los has creído antes, te invito a entregarle tu vida al Padre que te formó y que te guarda en cada detalle de tu vida, por sencillo que sea.

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