El fin de semana pasado fuimos invitados a participar de la boda de una pareja muy especial; viajamos al lugar de la ceremonia, donde nos encontramos con una tía muy amada, quien viajó desde el sur para dicho acontecimiento.
Al momento de compartir los alimentos nos sentamos a la misma mesa con mi tía y estuvimos conversando de asuntos comunes. Entre otras cosas nos compartió acerca de que habían podado las grandes ramas de los árboles de mango del patio de su casa; cuando las ramas caían, de la punta de ellas también caían nidos de pajaritos, los cuales tenian diversas formas.
Nos cuenta ella que algunos nidos estaban finamente diseñados y entretejidos, mientras otros tenían hasta cordones de zapatos entre sus materiales de construcción.
Nuestro nido, nuestra casa, refleja lo que somos y muestra nuestro estilo de vida. Hay personas que mantienen todo muy nítido y cada detalle es delicado, en cambio, hay quienes dejan entrar cualquier cosa a su casa.
La casa espiritual es tanto o más delicada que la casa física; el hombre interior es el nido o habitación del Espíritu Santo de Dios.
Te quiero preguntar este día ¿Qué elementos tiene tu nido, donde habita tu Señor? ¿Has cuidado la cantidad de elementos que introducen a tu intimidad?
Querido lector, si esta pregunta te hace meditar, para ti Hay Una Esperanza; haces bien en ocuparte de ello. Si no te ha importado hasta este momento, lo que llena tu interior, hoy es un buen día para reflexionar, es excelente tiempo para tomar desiciones.