Muchas veces vivimos en un mundo muy pequeño y hasta tenemos la expresión ¡Que pequeño es el mundo! Pero cuando levantamos un poquito la mirada y nuestra mente es ensanchada, nos damos cuenta que al otro lado del mundo ocurren cosas de las cuales no tenemos ni idea.
Hace unos cinco días recibí un correo de un hondureño casado con una japonesa, quienes hoy viven en Japón. Es impresionante darnos cuenta que de los 140 millones de habitantes, sólo unas seis mil personas conocen a Jesucristo como Salvador, esta cantidad incluye tanto católicos como protestantes.
En esa cultura se le da culto a la muerte, en el sentido de que para ellos es honroso morir, más aún suicidarse, por eso es la nación con mayor índice de suicidios en el mundo; recuerde el famoso “harakiri”.
No sé mi querido lector si te has detenido a darle gracias a Dios por haberte hecho nacer en un país donde has tenido la oportunidad de conocer al Dios Vivo y Verdadero, donde amas la vida y no la muerte. Honduras es una nación bendita y privilegiada, la mano de Dios está sobre ella, a pesar de las noticias que vemos o escuchamos cada día.
Este día mi querido lector quiero decirte que si hoy ya diste gracias a Dios por tu país, por tu ciudad, por lo que tienes; te felicito, para ti Hay Una Esperanza. Si no los has hecho todavía, comienza ahora mismo a bendecir tu tierra.
De todas formas, si tú crees en el poder de la oración, te ruego que comiences a orar por Japón, la tierra del sol naciente, donde declaramos que va a nacer el Sol de Justicia.