En estos últimos días he recibido el impacto de las tristes noticias, acerca de la muerte de varios profesionales del Derecho, los cuales muchos ciudadanos hemos considerado que son personas rectas e íntegras.
Estamos viviendo tiempos tan difíciles en nuestro país, que solamente el poder de Dios puede transformar el ambiente. La voluntad de Dios no es que las personas tengan que cambiar de nacionalidad o residencia para sentirse seguros; creo firmemente que nuestro Padre ama mucho esta nación y Su deseo es verla llena de paz y tranquilidad.
Hay personas hoy día que por una suma de dinero se prestan para matar, para secuestrar, para violar. No las juzgo, sólo oro por ellas.
El pasado martes, me encontraba ofreciendo una clase ministerial en la ciudad de Comayagua, cuando una de mis fieles alumnas recibió una llamada acerca de un acto delictivo. Ella y su esposo le habían dado una casita para vivir en La Esperanza, a un anciano americano, misionero, predicador del Evangelio. Personas muy necesitadas del amor de Dios, entraron a la casita, le robaron al anciano siervo de Dios, lo violaron, lo golpearon, lo amarraron y lo dejaron tirado medio muerto. ¡Que cuadro tan triste! No respetar las canas es muy serio.
¡Ay mis queridos lectores!, no podemos quedarnos de brazos cruzados, necesitamos clamar a Dios por Su inmensa misericordia y justicia. Si tú estás conmigo en este asunto, para ti Hay Una Esperanza de una Honduras con paz y bendición. Ora por favor, ruégale a Dios que abra los ojos de los ciegos, que penetre el corazón de los que no le han conocido; que por amor de Su Nombre salve a Honduras.
