Hace unos pocos días, fui testigo presencial de una conversación entre marido y mujer. Ella es una mujer muy activa, dinámica, emprendedora con un alto sentido de responsabilidad y excelencia. El es un hombre muy amable, prudente, comedido, conservador, quizás un poco conformista, que necesita ser empujado para tomar decisiones.
La esposa le reclamaba a él por su pasividad, haciéndole saber que ella consideraba falta de responsabilidad de su parte, el hecho de que no se interesara por mejorar su negocio, ni tuviera iniciativa para emprender las cosas pendientes; ni se esforzara por ser un proveedor para el hogar.
El esposo muy indignado y herido en su ego, le respondió a ella de mala manera: "Pues búscate otro hombre".
Me quedé meditando en aquel cuadro, entendiendo definitivamente que la solución no es otro hombre, ni tampoco la salida es otra mujer. La única respuesta está en tomar responsabilidad de nuestros hechos, reconocer nuestras limitaciones y nuestras faltas; pedirle a Dios, Quien todo lo puede, que nos ayude a saltar los obstáculos, para convivir en armonía en Su amor.
La reacción de todo ser humano que se siente agredido es tratar de dañar al que lo ofendió. Pero en Cristo debemos renunciar al derecho de ser ofendidos, en Cristo no reaccionamos, sino que accionamos conforme a Su naturaleza.
Si tú mi querido lector te sientes identificado con uno de estos dos personajes, pero sabes que necesitas a Dios en tu corazón para tener la actitud correcta, para ti Hay Una Esperanza.
El Señor dentro de ti, te enseñará a tomar responsabilidad y a reconocer tus faltas y tus áreas débiles. El Señor dentro de ti te enseñará a hablar la verdad y lo correcto, con dulzura y sabiduría.
