Dios me ha bendecido con cinco hermosos hijos, tres hembras y dos varones. Por Su Gracia, ellos han sido dotados de sabiduría divina y mucho temor de Dios. Una de estas tres hijas es alumna universitaria, ella disfruta mucho lo que estudia y es muy buena en lo que hace. Entiendo muy bien que es por pura bendición de Dios que ella fue la mejor alumna de su promoción cuando se graduó de Bachiller en Ciencias y Letras; además ha sido excelente alumna en la Universidad, hasta que se encontró con un maestro muy especial.
El semestre pasado, por vez primera en su vida, ella reprobó una materia; no fue la única, de hecho todos, excepto un alumno, reprobaron. Con ayuda del Señor, ella pudo reponerse de esta situación y muy motivada se matriculó nuevamente este semestre, en la misma clase y con el mismo maestro. Llegó el temido día de examen final; cuando terminó la prueba, todos estaban desencajados y en efecto, una vez más, todos los alumnos menos uno, reprobaron. Mi hija, de nuevo, gracias al Señor, superó la situación y dijo: Vamos a estudiar duro este fin de semana, para presentarnos todos al examen de recuperación. Me consta que lo hicieron con mucha dedicación.
Ayer fue el examen de recuperación ¿Y qué cree usted? De todos los alumnos no aprobó ninguno.
Me pregunto yo ¿Cuál será el objetivo o la visión de este maestro? Me pregunto yo ¿Será que este maestro tuvo una experiencia traumática cuando era alumno y ahora desea vengarse? Me pregunto yo ¿Será este método el adecuado para que los muchachos aprendan y sean buenos profesionales? Me pregunto yo ¿Tendrá conciencia este maestro de las repercusiones emocionales, económicas, familiares y demás; que esto puede provocar en cada joven?. Para todas las preguntas sólo tengo una respuesta: Hay Una Esperanza.
Una esperanza sería que este querido maestro decidiera retirarse de su actual trabajo al darse cuenta que el magisterio no es su vocación. Una esperanza sería que estos muchachos decidan cambiar de carrera o de universidad. Una esperanza sería que estos muchachos sean tan persistentes que sigan intentando año tras año, tal vez un día logran vencer. Aunque sinceramente yo tengo una mejor esperanza: Que el Señor toque el corazón de este hombre tan necesitado de conocer el amor y la misericordia de Dios, para que logre ver la vida desde la perspectiva divina y no de la humana. Hay muchos como él, necesitando a gritos que les sea revelado el amor del Padre. Un día yo estuve en esa misma condición, pero el amor de Dios me transformó.