Este día estuvimos viajando de San Pedro Sula hacia Atlanta en una misión especial de Dios. Con nosotros traíamos una maleta con libros escritos por mi, material que se quedará acá en Atlanta para bendecir a muchas personas necesitadas del Señor.
Cuando estábamos llenando las formas migratorias y la hoja de aduana, en el avión, previo a los trámites migratorios en Miami; mi esposo y yo estuvimos de acuerdo en que deberíamos reportar todo como en efecto era, haciendo saber que estábamos introduciendo mercadería al país. Al momento de pasar aduana, eso ocasionó que nos enviaran a la fila de revisión de equipaje, donde estuvimos parados por una hora o más.
Me quise molestar un poco cuando miraba que los oficiales iban directo a buscar de entre los que ingresaban a aduana, personas que no reportaban mercadería, o comestibles; pero estos eran tomados al azar y los encontraban mentirosos. Esto impedía que nuestra fila avanzara pues no nos atendían a nosotros, sino a los otros, para que no se escaparan. A estos los trataban duramente y les ponían una nota en su pasaporte y en su expediente en la computadora.
Cuando finalmente llegó nuestro turno, la señora que nos atendió, nos hizo las preguntas básicas, contestamos la verdad; ella revisó los libros, echó un vitazo a los papeles y a la factura, y nos dijo: Todo parece estar en orden, sólo voy a hacer su papelería; y en unos instantes estábamos listos para salir.
Me di cuenta que aunque haya que esperar, es preferible hacer las cosas bien delante de Dios, para que salgan bien con los hombres. Confirmé otra vez la importancia de la transparencia y de caminar en la verdad.
Mi querido lector, yo quiero decirte que aunque sea más tardado, aunque parece más difícil, aunque te cueste más trabajo, vale la pena hacerlo bien, a la manera de Dios. Si lo crees, para ti Hay una Esperanza. Te invito a tomar la decisión de abrir tu corazón para Jesús, Quien te va a dirigir siempre para que camines en la Verdad, el único Camino, que te lleva siempre al mejor lugar, el corazón agradado de tu Padre Celestial.
