TEMAS DE OPINIÓN

El Orígen de Halloween

Octubre 29, 2007


Mi querido lector, es bueno comunicarme contigo otra vez; ¿sabes qué? Es como si estuviera conversando contigo, estoy segura que me lees y que te identificas con lo escrito. Esta época del año es muy hermosa, sobre todo en países donde las estaciones están tan marcadas y puedes observar el cambio de tonos en el follaje en una extensa gama de colores que va desde el verde pálido, hasta el rojo fuego. Sin embargo, esta época se ve perturbada muchas veces por las celebraciones de origen satánico y ocultista, llamadas Halloween (noche de brujas). El desconocimiento de la verdad, hace a algunos poner decoraciones en sus casas o en sus negocios y hasta vestirse con disfraces alusivos a brujería, gatos negros, brujas con escobas, murciélagos, buhos, fantasmas y demás. El mundo espiritual es muy delicado y no se debe jugar con ellos; pues al hacer decoraciones, vestidos, decir palabras o innovar espíritus (aunque sea jugando), estamos atrayendo la actividad demoníaca y de muerte a nuestra vida y la de nuestros hijos. Por si usted no lo sabía, lo que originalmente celebraban los druidas (sacerdotes celtas) el 31 de octubre, era la ceremonia al dios de la muerte (Samhaim), haciendo fogatas, sentados alrededor con disfraces, esperando que los espíritus de sus parientes difuntos se re-encarnaran o los visitaran esa noche. De allí se fue degenerando y trasladando la celebración a diferentes naciones, hasta llegar a nosotros a través de las Escuelas americanas y los restaurantes importados. Querido amigo lector, yo oro que el Espíritu Santo te revele que no debes participar de estas fiestas, ni siquiera debes darles dulces a los niños que inocentemente los piden. Antes bien, espero que esté orando a Dios para que no haya sacrificios de niños, rituales de derramamiento de sangre, ni accidentes fatales en las carreteras. Si lo haces, de verdad que para ti Hay Una Esperanza y también para los tuyos. Que el Señor te bendiga y te cubra con Su preciosa sangre en esta época, que ninguna malignidad te toque, sino que seas recubierto con el poder y protección de nuestro Buen Dios y Su Espíritu Santo.

Ver Todos los Artículos