Mi querido lector, te escribo desde Londres, Inglaterra para compartir contigo algo especial, como cada semana. Gracias por leer esta columna e identificarte conmigo.
Cuando faltaban unos cinco días para emprender nuestro viaje, preguntamos acerca del clima, nos informaron que la temperatura ya había bajado a 12o. y que el pronóstico era que seguiría bajando según los días avanzaran. Le dije a mi Padre Bueno que me hiciera el favor de subirle unos cuantos grados para poder disfrutar el viaje, porque Él ya sabe que soy un poco friolenta. Tres días más tarde me escribieron para decirme, no entendemos, pero la temperatura ha subido a 17o. para nosotros es un clima casi tropical.
Ustedes comprenderán que las personas se sorprenden, porque estamos en pleno mes de noviembre, o sea terminando el otoño, a punto de comenzar el invierno.
Hoy por la tarde nos dirigíamos de la casa de nuestras anfitrionas hacia la Iglesia donde estamos compartiendo en un congreso; eran como las 4:45 p.m., cuando de pronto vimos hacia el cielo, y nos quedamos impresionados al observer un celaje rojizo, bellísimo como pocas veces he visto. Lo más impactante, como lo dijo una de nuestras anfitrionas, es que “eso sólo ocurre en lugares tropicales donde el clima es caluroso”. Casi me atrevería a decir “A mi Papá se le pasó la mano”.
Me he gozado muchísimo al constatar una vez mas que el Padre que tengo cuida de mi en cada detalle, que Él no sólo me guarda, me protégé, sino que me mima con Sus detalles de amor.
Mi querido lector, si hoy tú piensas que quisieras recibir ese hermoso trato de parte de Dios, te dire que para tí Hay Una Esperanza; yo te invito a entregarle hoy tu corazón completito a tu Padre, ya verás como Él te sorprende con Sus muestras de bendición y cuidado.
